Se habla mucho de la meditación y de sus beneficios pero a veces en nuestra cultura, focalizada en la consecución de objetivos concretos (y rápidos a ser posible) nos conduce a interpretar la meditación como una actividad más a incorporar en nuestra agenda para "conseguir" algo. Cuántos no hemos oido que meditar es conseguir parar la mente y ahí nos lanzamos, a "esforzarnos" en parar la mente, un esfuerzo grande y normalmente inútil o frustrante.
No podemos provocar la meditación ni proponernos objetivos como en cualquier otra actividad mental o física. La meditación "sucede" con paciencia y perseverancia. Con receptividad abierta y aceptación plena ante todo lo que aparece en nuestra consciencia sin juzgar ni rechazar nada. Cuando permitimos que la mente se aquiete, ésta se va silenciando de manera natural.
Pero incluso permitir que la mente se aquiete puede resultar difícil. Para ello se requiere aquietar el cuerpo, de manera que la mente se aburre y acaba por aquietarse también. De ahí, la importancia de mantener una postura adecuada (podemos sentarnos en la posición de loto, o en una silla o sofa tocando con los pies en el suelo; lo importante es tener la espalda recta y estar cómodos) y la respiración. Y paciencia, paciencia y paciencia. El cuerpo se resistirá, también nuestros pensamientos se rebelarán contra la quietud pero perseverando suavemente, habrá un momento en que la meditación surgirá porque siempre ha estado ahí.
Existen diferentes "técnicas" de meditación que nos pueden ayudar a encontrar la mejor manera de familiarizarnos con la meditación pero no debemos olvidar que son sólo eso técnicas y que lo esencial es el estado de meditación. Ásí que experimenta por tí mismo! y no te contentes con lo que los demás digamos pues lo importante es la propia vivencia. Investiga, observa y persevera suavemente...
Recomendamos: Un buen libro: "Silencio Interior". Ensayo sobre Meditación. Emilio J. Gomez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario